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La Plaza volvió a ser de la familia saenzpeñense

Luego de una espera justificada por el esfuerzo que conllevó hermosearla, la Plaza San Martín volvió a ser el escenario familiar qué tanto se extrañaba.


Su puesta en valor es otro hito en su larga vida como ágora saenzpeñense. Desde aquella simple cuadrícula que un gesto administrativo destinó a espacio público, pasando por la instalación del mástil y sus veredas. La retreta o la estatua ecuestre de San Martín siempre fue un sitio de privilegio, querido y respetado.


Infinidad de público la habita, se apropia de sus espacios verdes, de entretenimiento y recreación. La caída del sol decreta el arribo del bullicio de los niños y su familias, en sus juegos, bicicletas, patinetas y coches de bebé.
Sin embargo, pese a este hecho celebratorio y de gran satisfacción existe esto otro: a menos de un mes de su inauguración y del ploteo completo de sus garita, una de ellas ya fue dañada.

Un registro fotográfico invaluable de la plaza en sus orígenes preside montado sobre una base de metal. Hasta allí, manos desaprensivas, llegaron para dañar el material histórico y de profunda identidad
La plaza San Martín es hoy un espacio arquitectónico cuidado al detalle para la recreación familiar. Hagamos de nuestra plaza un lugar en el que celebrar la vida y no un paisaje más de degradación y afeamiento. Para eso debemos estar atentos, comprometidos, sentirnos defensores de lo propio. Por qué lo es.

En 4 días celebraremos el primer mes de nuestra plaza renovada, que sea el único hecho de destrato para con ella que tengamos que lamentar. Cuidémosla.

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